LA VIOLENCIA HOMICIDA EN URUGUAY
La violencia homicida en Uruguay, como en cualquier país, es un fenómeno complejo que tiene raíces múltiples y requiere una respuesta integral y sostenida.
A continuación, se presentan algunas estrategias clave
que podrían contribuir a reducirla:
Es importante es fortalecer la seguridad y el sistema
judicial, aumentar la presencia policial en zonas críticas con estrategias de
proximidad, enfocándose en la prevención y la disuasión, con una verdadera
policía comunitaria. Además, es clave capacitar a las fuerzas de seguridad en
resolución de conflictos, en derechos humanos y manejo de situaciones de alto
riesgo. Hay que mejorar la eficiencia judicial para garantizar que los delitos
sean investigados, procesados y sancionados rápidamente.
Hay que atender las causas estructurales, reducir la
desigualdad socioeconómica, como ampliar programas de empleo, educación y
vivienda para comunidades más vulnerables.
Luchar contra el narcotráfico significa abordar el mercado
ilícito de drogas, que suele estar vinculado a la violencia, mediante una
combinación de represión y programas de rehabilitación con salud mental.
Fortalecer el sistema de educación, ampliando el acceso a la
educación de calidad, incluyendo programas extracurriculares que ofrezcan
alternativas al ocio nocivo, escuelas y liceos de tiempo completo.
Las intervenciones comunitarias y su participación son claves
para promover la cohesión social, y apoyar iniciativas comunitarias que
fomenten la convivencia y reduzcan los conflictos. Hay que implementar
programas de mediación y resolución de conflictos en barrios con alta
incidencia de violencia y criminalidad Hay que crear espacios seguros para,
niños/niñas y jóvenes, como centros deportivos y culturales, que desvíen su
atención de actividades de índole delictivas.
El control de armas de fuego juega un papel importante en
estos grados de violencia extrema. Hay que establecer regulaciones estrictas
para el acceso a armas de fuego y reforzar más los controles para evitar su
proliferación en manos de personas no autorizadas. Hay que realizar campañas de
desarme efectivas voluntarias acompañadas de incentivos económicos o sociales
con la participación de las comunidades.
La prevención temprana es fundamental, para detectar y atender factores de riesgo en niños y adolescentes, como la deserción escolar, la violencia intrafamiliar y la exclusión social. La implementación de programas de salud mental que ofrezcan apoyo a personas en situación de vulnerabilidad y de adiciones.
Las Políticas de reinserción social, hay que ampliar las
oportunidades para personas privadas de libertad mediante programas de
rehabilitación y capacitación laboral, estableciendo redes de apoyo para
exreclusos, ayudándolos a reinsertarse en la sociedad y evitar la reincidencia.
La participación ciudadana y la transparencia son de enorme
ayuda ya que fomentan la colaboración entre las autoridades y la ciudadanía
para identificar problemas y buscar soluciones locales. Mejorar la
transparencia en las políticas de seguridad para aumentar la confianza pública
y reducir la percepción de impunidad son aspectos para tener en cuenta.
Las estrategias basadas en evidencia no dejan de ser muy
importantes, monitorear y analizar datos sobre homicidios y la violencia para
diseñar intervenciones específicas en determinadas zonas, barrios es un dato
para considerar, hay que implementar programas que hayan demostrado éxito en
otros contextos, adaptándolas a la realidad local. Los delitos son locales y
por ende las soluciones deben ser locales.
Reducir la violencia homicida es un desafío que requiere la
acción coordinada del gobierno, la sociedad civil y las comunidades. Además, se
necesita voluntad política y un compromiso sostenido para implementar estas
estrategias de manera efectiva.
Edward Holfman EHM
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